El camino de un águila
Nayeli Solorio Cortés
Érase una vez un granjero, el cual un día al regresar a casa después de trabajar, al ir caminando miro al suelo y vio un huevecillo de águila,
lo recogió y cuando llego a su casa lo puso en el corral de gallinas.
Después de un tiempo el águila creció con la mentalidad de que era una gallina.
Un día el granjero saco a las gallinas del corral, tomo al águila y le dijo:
-Tú estás hecha para volar.
El águila le contesto:
– No, yo no puedo volar soy una gallina y las gallinas no vuelan.
El granjero le dijo:
–Eres un águila y naciste para luchar, busca lo más alto y vuela.
El águila dijo:
-Esta bien lo intentare.
Cuando intento volar no pudo por lo que el granjero se le acerco y le dijo:
– No te rindas, no te pares y no te dejes vencer.
Entonces el águila lo intento y lo volvió a intentar, fueron tantas veces sus intentos hasta que lo logro, voló tan alto que los vientos la llevaron en forma de remolino hasta llegar a un lugar donde se encontraban algunas águilas. Cuando llego le pregunto a una de ellas:
-¿Qué somos las águilas?
Y ella le contesto:
-Somos lo que tú quieras ser, quieres ser luchadora luchas, quieres ser grande luchas para ser grande.
El águila le dijo:
-Gracias por todo.
Después voló y voló y en su camino encontró a un grupo de águilas y les pregunto:
-¿Cual es el destino de las águilas.
Y el grupo le contesto:
– Nosotros no servimos, no tenemos destino.
El águila se fue desilusionada y una luz en su interior iba desapareciendo y pensó que tal vez podría ser cierto que no servia para nada y se dijo así misma:
– No sirvo para nada.
El águila iba volando sumida en sus pensamientos que poco a poco fueron desapareciendo llegando a un profundo silencio, en eso escucho que alguien le dijo:
–Hola, soy tu, tu misma y no eres perdedora puedes ser lo que tu desees ser, las águilas no tienen destino, el destino lo creas tu misma.
Después de un tiempo el águila llego a una cima de una montaña, donde se encontraba una luz a la que muchas águilas intentaban llegar, pero algunas se rendían fácilmente, otras lo intentaban un poco mas allá, ella se decidió y lo intento y no pudo, en eso recordó las palabras del granjero, por lo que voló y voló con todas sus fuerzas hasta alcanzar la cima y alcanzar la luz y escucho una voz que le dijo:
– El destino tuyo es ser luchadora y puesto que eres la única que llego hasta este lugar te convertiré en un ser humano, la luz la fue invadiendo poco a poco y se fue convirtiendo en una hermosa bebe y fue subiendo al cielo, las demás águilas fueron testigos de ese suceso y se dijeron:
– Las águilas formamos nuestro propio destino.
El águila llego a una familia como una bebe, en el momento de su nacimiento sus papas la miran con cariño y observan en sus ojos una luz blanca, y se preguntan uno al otro ¿Qué tiene? Y su hermana que en ese momento los escucha les dice:
– Tiene el alma de una luchadora.
Cuando creció la niña quiso ser gimnasta y al principio en sus entrenamientos se arriesgaba mucho. Por lo que un maestro le dijo:
Cuando empiezas con ese entusiasmo e intentado las cosas como tu lo haz hecho, serás muy buena en un futuro.
La niña tenía dos hermanas, Lupita la más chica y Marielena la más grande de las tres, por lo que ella era la de en medio. Esta niña se llama Roció, un día se peleo con su maestra y ella y sus papas decidieron cambiarse a un gimnasio que se llama ESGILA. Cuando Roció entro al gimnasio estaba un entrenador cubano que se llamaba Félix y poco a poco con mucho entrenamiento y la asesoraría del entrenador Roció fue mejorando su nivel; un día Roció se cayo y se golpeo muy fuerte y cuando estaba en el suelo recordó unas palabras que le habían dicho y que en su mente se quedaron grabadas:
¡No te rindas, no te pares, no te dejes vencer!
Y se levanto y volvió a intentar el ejercicio, pero esta vez con más decisión, por lo que todas las niñas le aplaudieron y al final de la clase se fue al baño y ahí lloro porque realmente el golpe había sido muy fuerte, pero mas lloro por el coraje de haberse caído.
Después un día se dijo así misma:
“Siento que algún día, en algún lugar fui águila”, y en su conciencia escucho una voz que le decía;
– ¡Sí y por eso tienes alma de águila!
Paso el tiempo y las del gimnasio fueron a México y Roció le puso muchas ganas al entrenamiento, por lo que le dijeron que en poco tiempo podría quedarse a entrenar ahí.
Cuando regreso a Torreón todas sus compañeras la abrasaron, pues le había ido muy bien en México, pero ella festejaba mas con dos amigas a las que quería mucho sus nombres son Jemi y Nayeli.
En un par de semanas que pasaron la llamaron de México para comunicarle que la habían aceptado en el CENAR (Centro Nacional de Alto Rendimiento). Cuando se fue sintió un gran miedo y se dijo;
-¡Ya estoy aquí, luche tanto por esto y no me voy a dejar vencer!
Llego a México y empezó a entrenar muy fuerte, en 2 meses la dejaron que regresara a Torreón para las fiestas Navideñas, por lo que fue al gimnasio y le dijo a su amiga Nayeli;
– Nunca, pero nunca te dejes vencer, no dejes que el miedo te gane y aunque alguien te diga que no sirves o que no puedes, no lo escuches y tú sigue luchando, porque tú al igual que yo tienes alma de águila y solo tu harás tu propio destino, y le dijo una frase que hoy en día le sirvió;
Lo importante no es la armadura si no la voluntad.
La niña Rocío ahora, en este instante, esta en México entrenando, viviendo y estudiando.
Formando su propio destino, como cuando fue un águila.